El lado "oscuro" de la disrupción: cuando la innovación se lleva puestos de trabajo

La narrativa oficial en Silicon Valley sigue tan pulida como siempre: eficiencia operativa, foco en lo esencial, agilidad en tiempos inciertos. Pero basta mirar los datos para encontrar el reverso de ese discurso. 2025 no está siendo un año de crecimiento: es un año de ajuste. Brutal, silencioso y perfectamente calculado.

Según Layoffs.fyi, más de 150.000 trabajadores fueron despedidos en el sector tecnológico en 2024. En lo que llevamos de 2025, la cifra supera ya los 22.000. No hablamos de startups sin caja ni de unicornios en caída libre: hablamos de Google, Microsoft, Intel, Meta, Amazon… Se trata de una transformación estructural, no coyuntural.

Detrás de cada comunicado de prensa sobre "reposicionar recursos hacia la IA" u "optimizar estructuras para acelerar la innovación" hay despachos vacíos, agendas congeladas y equipos deshechos. En el relato dominante, estos recortes son necesarios para ganar eficiencia y enfocar la inversión en lo que realmente importa, pero en la práctica, representan una reconfiguración del modelo laboral tecnológico: menos personas, más automatización, menos redundancia, más capilaridad algorítmica.

Algunos ejemplos: en junio, Microsoft volvió a ejecutar despidos tras haber eliminado 6.500 puestos en mayo, Google redujo un 25% su equipo de Smart TV, Intel anunció que desmantelará su división de automoción y recortará entre un 15 y un 20% de Intel Foundry, Bumble, Klue, Playtika, Airtime, incluso startups como Beam o Klue han seguido el mismo camino: adelgazar equipos, pivotar hacia la IA y sobrevivir al entorno macroeconómico con la mínima estructura posible.

¿Y cuál es el resultado?

Una industria que sigue mostrando cifras de inversión en alza mientras su pilar humano se tambalea. Una paradoja: nunca hubo tanta financiación para la innovación, pero nunca fue tan arriesgado trabajar en ella. Lo preocupante no es solo el volumen, sino la secuencia. Abril fue el mes más crudo con más de 24.000 despidos. Mayo: 10.397. Junio: más de 5.000. Y es que no hay tregua, y los perfiles afectados son de todo tipo: ingenieros, marketeros, program managers, incluso departamentos legales… Nadie está a salvo. Detrás de esta ola hay un cambio cultural profundo. Las empresas de tecnología ya no son el refugio estable de talento que prometían hace una década. Son organizaciones radicalmente financieras, orientadas a resultados trimestrales, que han aprendido a operar con estructuras mínimas y resultados máximos. En muchos casos, la IA no solo sustituye tareas: sustituye personas.

Pero más allá de los despidos, el debate es otro: ¿Qué tipo de industria queremos construir? ¿Una que optimiza código y despide talento? ¿O una que combina eficiencia con responsabilidad? Porque si la innovación tiene un precio, más nos vale discutir quién lo está pagando.

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