Havas estudia entrar en WPP con una participación minoritaria
Según The Times Havas estaría en conversaciones con WPP para adquirir una participación minoritaria. No se trata, por ahora, de una fusión, sino tan solo de un tanteo: una entrada controlada en el capital de un rival histórico que atraviesa un momento de vulnerabilidad.
La operación tendría lógica industrial y simbólica. WPP, con una caída del 65% de su valor desde 2017, busca recomponer su narrativa mientras la nueva CEO, Cindy Rose, califica de “inaceptable” una caída del 8,4% en ingresos en Q3. Havas, por su parte, vive su mejor momento en una década, con 2.300 millones de dólares en ingresos netos en los primeros nueve meses de 2025. Una empresa en expansión tantea a otra en revisión. El contexto financiero es elocuente: WPP vale hoy apenas 4.100 millones de dólares (3.100 millones de libras), frente a los 1.600 millones de Havas. La escala sigue siendo abismal, más de 110.000 empleados frente a 23.000, pero el equilibrio psicológico se ha invertido: Havas juega al ataque, WPP a la defensa.
El precedente Bolloré: estrategia o déjà vu
El movimiento encaja con el ADN de la familia Bolloré, que controla Havas desde su separación definitiva de Vivendi a finales de 2024. No sería la primera vez: en los 2000, Vincent Bolloré, padre de Yannick, compró una participación en Aegis Group con intención de fusionarla con Havas. La operación nunca llegó a concretarse, y Aegis acabó en manos de Dentsu. Pero la ambición de consolidación quedó instalada en el manual del grupo.
Hoy, el contexto es diferente: la hipotética compra de una participación en WPP no apunta a un takeover hostil, sino a un movimiento de influencia, una forma de ganar posición en el nuevo tablero que dibuja la fusión Omnicom–IPG, que, salvo sorpresa, alterará los equilibrios del top 3 global. Havas ya ha empezado a acercarse a otros players, como su joint venture con Horizon, que gestiona 20.000 millones de dólares en booking, para posicionarse como “challenger estructural” en la compra de medios. Si algo caracteriza la estrategia Bolloré, es su paciencia: entrar en el consejo, tejer alianzas, ganar peso, y esperar a que los acontecimientos maduren a su favor.
WPP: del liderazgo global al síndrome del coloso
Lo de WPP no es un problema de branding, sino de metabolismo. La compañía que Martin Sorrell convirtió en el símbolo del capitalismo publicitario, un conglomerado que llegó a valer 24.000 millones de libras en 2017 ha perdido ritmo. Su modelo integrado se resiente en un ecosistema donde las consultoras, las plataformas y las redes ágiles (como Havas o Stagwell) capturan la innovación y la narrativa. El encargo a McKinsey para una revisión estratégica es la señal más clara: el holding busca redefinir qué significa “ser WPP” en 2025. Con un accionariado inquieto, ocho hedge funds mantienen posiciones bajistas en el valor y una directiva recién llegada, WPP es, hoy, tanto un activo industrial como un experimento de gobernanza. La compra reciente de 50.000 acciones por parte de Rose y del presidente Philip Jansen, interpretada como gesto de confianza interna, no cambia el hecho de que el mercado percibe a WPP como un gigante atrapado entre su herencia y su transformación.
El juego de los Big 6: consolidar o morir
El acercamiento de Havas a WPP ocurre en un momento de redefinición estructural del modelo de las Big 6. La posible fusión entre Omnicom e IPG supondría el mayor realineamiento de poder en dos décadas, concentrando casi un tercio de la inversión global en medios bajo una misma entidad. En ese contexto, ningún grupo mediano puede seguir operando solo. Havas ha crecido en consistencia, pero no en masa crítica. Su cartera está diversificada, pero su footprint sigue siendo limitado frente a sus competidores estadounidenses. WPP, en cambio, dispone de escala, data y relaciones institucionales, pero arrastra inercia y sobrepeso. La complementariedad, al menos sobre el papel, existe. Una participación minoritaria permitiría a Havas ganar acceso estratégico a datos, operaciones y talento de WPP sin asumir el riesgo político de una integración completa, y a WPP, le ofrecería oxígeno financiero y una narrativa renovada ante el mercado.
Más que finanzas, geopolítica de la publicidad
Hay una lectura de poder en esta historia. El eje París–Londres–Nueva York vuelve a ser relevante. Mientras las plataformas tecnológicas consolidan posiciones y las consultoras se infiltran en la cadena de valor publicitaria, los holdings europeos buscan retomar protagonismo.
Un acuerdo Havas–WPP, incluso parcial, sería también un gesto simbólico de integración europea en una industria dominada por capital norteamericano y cada vez más dependiente de los presupuestos tecnológicos. Es improbable que el movimiento de Havas prospere en el corto plazo, pero su filtración cumple otro propósito: medir reacciones, testar apoyos y, sobre todo, recordar que la partida no está cerrada.
El contexto financiero: capital en busca de activos
La posible entrada de fondos como Apollo o KKR refuerza la sensación de que el mercado publicitario ha entrado en fase de activos en distress, donde las grandes agencias se valoran más por sus datos, sus tech stacks y su acceso a clientes globales que por su rentabilidad inmediata. El interés de Redwheel, que ya controla un 5,25% de WPP, y los rumores sobre Accenture evaluando un movimiento, confirman que la agencia es un objetivo codiciado, aunque sea más por su potencial de reorganización que por su performance actual.
Si algo define a esta industria es su capacidad para dramatizar cada rumor, pero detrás de esta historia hay algo más profundo que una simple especulación bursátil:
La fragilidad del modelo “agencia” frente al cambio estructural del mercado.
La necesidad de alianzas para sobrevivir al nuevo bloque Omnicom–IPG.
La estrategia de influencia como forma de control en un sector que ya no se mide solo por billings, sino por capacidad de integración, velocidad tecnológica y talento.
WPP tiene una oportunidad, quizás la última de esta década para redefinir su papel antes de que otros lo hagan por ella, y Havas, por primera vez en mucho tiempo, tiene algo que su rival no: momentum.