Unik Ernest, el arquitecto invisible de las mejores fiestas de Cannes
Si hay alguien que entiende que los negocios y la cultura no son opuestos sino aliados, ese es Unik Ernest. En el entorno hipercompetitivo del Cannes Lions, donde cada encuentro cuenta y cada gesto comunica estatus, Ernest ha construido un imperio invisible: una red donde la influencia no se grita, se percibe. No es una celebrity, ni un CEO de fondo de inversión, pero en cada evento relevante hay alguien que pregunta: “¿Unik está aquí?”.
Y casi siempre, la respuesta es sí. Desde hace más de dos décadas, Ernest ha perfeccionado un modelo de negocio basado en tres pilares: acceso, hospitalidad y sensibilidad cultural. “No se trata de crear fiestas”, dice. “Se trata de generar atmósferas donde la gente se sienta vista y valorada. Ahí es donde empieza la conexión real”. Esa filosofía le ha permitido generar confianza con marcas como Nike, Pepsi o Spotify, pero también con figuras como Prince, Mark Wahlberg, Steve Angello o Post Malone.
Un conector cultural de origen humilde
Nacido en Haití, Ernest emigró a Miami donde comenzó como camarero en el restaurante del legendario productor musical Chris Blackwell. Rápidamente se abrió paso en la escena nocturna, primero en Miami, luego en Nueva York. En los años 2000, su club PM se convirtió en un imán para celebridades, empresarios y creadores de todo el mundo. Aquel local fue más que un punto de encuentro: fue una incubadora de ideas, alianzas y amistades.
“Era el sitio donde se cocinaban las cosas que luego marcaban tendencia. Unik tenía un talento natural para reunir personas de mundos distintos y generar sinergias inesperadas”, explica a Digiday, Adrienne Lahens.
El nacimiento de Culturin y la profesionalización del lifestyle como negocio
En 2024, Ernest fundó Culturin, una agencia que mezcla medios, viajes, consultoría cultural y creación de experiencias. Su objetivo: ayudar a marcas a narrar historias relevantes y localmente resonantes a través de eventos, contenido y activaciones. Es un modelo que va más allá del marketing tradicional. “Lo que ofrecemos es acceso cultural con propósito”, explica.
Entre sus próximos pasos está la apertura en Miami de un concepto híbrido: restaurante, museo y cocktail lounge. Será su “legado personal”, un espacio para celebrar la diversidad, el arte y la conversación de alto nivel.
Pero no todo es glamour. Ernest reconoce que los tiempos han cambiado. En eventos como el Cannes Film Festival o el Gran Premio de Mónaco, ha notado una reducción en la energía y el volumen de actividad. “Hay menos excesos, más contención”, apunta. Las marcas ya no solo buscan visibilidad: quieren autenticidad, relevancia y retorno cultural.
Y ahí es donde Ernest tiene ventaja. Porque su trabajo no es simplemente producir fiestas, sino leer el momento, interpretar las señales culturales y adelantarse al pulso de la industria. “No limito mi negocio”, afirma. “Mi carrera apenas ha comenzado”, recalca el profesional. El caso de Unik Ernest representa un nuevo tipo de poder: silencioso, empático y culturalmente inteligente. Frente al exhibicionismo de muchos players del sector, él ha preferido cultivar relaciones duraderas, una red diversa y una intuición que lo ha llevado a ser una figura clave en momentos decisivos.
Y en una industria cada vez más fragmentada, su capacidad para conectar mundos (el corporativo, el creativo, el cultural y el humano) se ha vuelto más valiosa que nunca. En Cannes, en Nueva York o en Miami, Ernest no necesita un micrófono para ser escuchado. Le basta con estar en la sala adecuada, en el momento adecuado. Y hacer que todos se sientan como en casa.